Sindrome de Down – Centro de Educación Activa

Sindrome de Down

Sindrome de Down

Los primeros años de vida, los niños cambian rápidamente de ser totalmente dependientes, con los movimientos controlados por reflejos, a ser individuos independientes, capaces de empezar la educación en un centro escolar.

Desde los primeros días los niños empiezan a tener experiencias nuevas de posturas y movimientos, que proporcionan sensaciones nuevas, como el conocimiento de su propio cuerpo (¿Qué es moverse?) y su relación con el entorno que le rodea (¿Dónde me muevo?).

Esta base es fundamental para el desarrollo del movimiento voluntario, los conocimientos, el juego, la visión, la audición y la percepción.

La mayoría de los niños siguen una secuencia de etapas del desarrollo bastante predecible que consiste en voltear, sentarse, reptar, gatear, ponerse de pie y andar pero existe una amplia variación en la edad a la que se adquieren estas etapas. Algunos andan precozmente sin gatear mientras otros se desplazan sentados o utilizan otros métodos de desplazamiento antes de andar.

En S.D. (Síndrome de Down) existe una variación aún más amplia en adquirir las etapas de desarrollo y hemos observado que la secuencia no es tan predecible. Podemos afirmar que los niños serán capaces de andar, gatear, etc., pero mantenemos una actitud bastante flexible en relación con el orden en que han de conseguir las etapas de desarrollo, siempre que sean movimientos y posturas útiles y correctas.

En líneas generales, podemos decir que la mayoría de los niños consiguen las diferentes etapas de desarrollo a través de sus propias experiencias y otros necesitan ayuda.

Normalmente el desarrollo se inicia desde la cabeza hacia abajo y desde la línea media hacia fuera, así que la primera tarea es conseguir el control de la cabeza. Una vez conseguido, el bebé, entonces, va adquiriendo el control del tronco e inicia el movimiento del cuerpo de un lado a otro (volteo) y empieza a mantenerse en posición sentado.

En este momento, pueden aprender a mover sus brazos y piernas hacia fuera y de manera independiente.

El desarrollo de la motricidad fina está asociado con el control de la cabeza y el tronco, la adquisición de una postura firme, estabilidad a nivel de los hombros y movimientos de los brazos.

El lenguaje de las personas con síndrome de Down evoluciona de un modo más lento y, en algunos aspectos, de un modo distinto al de otros grupos de personas con y sin retraso mental.

La lentitud en el progreso se manifiesta desde la etapa prelingüística en la que los juegos vocálicos y balbuceos del bebé con síndrome de Down aparecen más tarde que en otros bebés, con algunas matices diferentes.

Las primeras palabras con significado empiezan a emplearlas a una edad promedio de tres años, mientras que el uso de frases suele iniciarse alrededor de los cuatro años.

La ampliación en la longitud de los enunciados lo logran lentamente durante la segunda infancia y comienzo de la adolescencia, empleando frases de seis a siete elementos.

El uso pragmático del lenguaje es muy adecuado en las siguientes etapas, siendo el niño capaz de transmitir sus sentimientos y deseos de un modo comprensible.

Es evidente la dificultad específica en relación con el uso correcto de las normas morfo-sintácticas. Habitualmente se expresan en frases cortas, evitando el uso de tiempos verbales complejos y las frases subordinadas.

La baja inteligibilidad del habla es otra de las características propias del lenguaje de las personas con síndrome de Down, aunque por lo general se hacen entender por su interlocutor.

Las causas del retraso, y de las diferencias son varias, por lo que las diversas medidas de intervención son eficaces sólo de un modo parcial.

Estudios recientes señalan que, si se continúan con programas de intervención, se dan progresos linguísticos después de la adolescencia, con jóvenes adultos.

Los jóvenes que acaban la escolaridad e inician una vida de cierto aislamiento en su hogar, con ausencia de intereses y motivación, muestran regresión en sus habilidades linguísticas. Sin embargo, las personas aficionadas a la lectura, que continúan una vida social y laboral activa y que manejan el ordenador, mantienen, incrementan y mejoran su comunicación verbal.

Supone una escuela estructurada sobre la base de la diversidad, pensada y organizada en función de las diferencias entre sus alumnos.

Este es el ideal a alcanzar. En nuestro medio aún debemos hablar de una integración escolar como realidad actual, porque son los niños y jóvenes con síndrome de Down quienes deben adaptarse a una escuela y sus demandas.

La integración escolar debe ser realizada desde el punto de vista física, social y pedagógica. Pues los niños comparten la jornada escolar completa en el aula común.

Significa que también para ellos la escuela es un lugar de aprendizaje, no solo de socialización. Y en esta tarea de apoyo y seguimiento es el equipo interdisciplinario, quien busque mediar entre las posibilidades de cada niño integrado, las exigencias escolares, el estilo de aprendizaje del niño y el estilo de enseñanza de cada institución.

Para aquello es fundamental que el equipo interdisciplinario tenga en cuenta el conocimiento de las necesidades educativas especiales de cada niño, de sus posibilidades, dificultades, y de cómo superarlas, de los apoyos específicos que requiere, para plantear estrategias de enseñanza-aprendizaje creativas y flexibles según las necesidades del niño y su situación áulica.

Y en este sentido es indispensable la confianza y expectativas alentadoras en el niño hacia el máximo logro posible.

Son partes también de nuestros objetivos la fluida comunicación con el niño y sus padres en la comunidad educativa; El trabajo cooperativo con la familia, con los profesionales particulares.

Hacen a la calidad de servicio del equipo interdisciplinario, que a su vez éste debe realizar un trabajo de seguimiento y evaluación de control cruzado de las observaciones áulicas por parte del tutor y coordinador de la integración de cada niño.

La cuidadosa selección y control del personal; el conocimiento profundo del curriculum, la creatividad y la flexibilidad en las acciones.

Los resultados nos muestran que esta integración apoyada sistemáticamente es beneficiosa tanto para los niños con síndrome de Down, como para sus compañeros.

Los niños integrados aprenden más y mejor con el estímulo de sus compañeros y de un docente que no le tema al desafío de enfrentarse sin prejuicios a una tarea enriquecedora; aprenden desde el curriculum común lecto-escritura y cálculo, etc.

Las personas con síndrome de Down, dentro de un marco integrado, pueden aprender a ser autónomas e independientes, con autoconciencia de sus posibilidades, de sus dificultades pero también de cómo superarlas.

Sin duda la enseñanza – aprendizaje de la matemática y el cálculo ha sido para nosotros y para nuestros niños un desafío, ya que en general el prejuicio gira en torno a las limitaciones que estos niños presentan en ésta área.

Estas dificultades nos han motivado a estar en búsqueda permanente de estrategias creativas para el abordaje de los distintos contenidos.

A partir de las adecuaciones curriculares en la escuela y los apoyos particulares y en especial la mediación del docente, los alumnos con síndrome de Down logran autonomía en la resolución de situaciones de aprendizaje en esta área.

La utilización de diferentes materiales les permite realizar lo solicitado por sus docentes.

Es de destacar el interés y entusiasmo vivido por estos niños ante esta materia, verlos como disfrutan cuando toman conciencia de que son capaces.

En las evaluaciones han podido demostrar el manejo de la escala numérica, operaciones de suma, resta, multiplicaciones y divisiones aplicadas en situaciones problemáticas.

En los ciclos superiores de la escuela primaria los niños han incorporado el cálculo mental y utilizan la calculadora como medio para resolver más rápidamente ejercicios en donde ya el objetivo no es calcular una simple suma o resta sino operaciones como potencia y raíz cuadrada en ejercicios más complejos.

El tutor cumple el papel de mediador que actúa como facilitador atendiendo y asesorando al docente proporcionando estrategias correspondientes a las necesidades de cada niño.

El CEA es la única escuela inclusiva en Tegucigalpa que se especializa en necesidades educativas especiales.

© Centro de Educación Activa

Por GironWorks / Jorge Girón Tábora

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